Culiacán, Sinaloa. El estado de Sinaloa atraviesa una crisis de violencia inédita tras 80 días de enfrentamientos entre facciones del Cártel de Sinaloa, dejando una estela de casi 500 homicidios, 440 secuestros y más de 1,200 robos de vehículos. La situación mantiene a la población en un estado de pánico constante, con actividades económicas y sociales severamente afectadas.

La narcoguerra, desatada el 9 de septiembre, tuvo su origen en la presunta traición de los hijos de Joaquín «El Chapo» Guzmán hacia Ismael «El Mayo» Zambada, líder histórico de la organización, a quien habrían entregado al gobierno de Estados Unidos el pasado 25 de julio.

El conflicto no se limita a enfrentamientos armados: las facciones rivales incendian viviendas, restaurantes y hasta clínicas, además de perpetrar secuestros, torturas y asesinatos. En las últimas 24 horas, se registraron 13 homicidios, el incendio de dos restaurantes de la cadena Ranch Roll y una clínica médica.
El gobernador Rubén Rocha Moya (Morena) enfrenta crecientes críticas por la falta de control sobre la espiral de violencia. A pesar del despliegue de 2,800 elementos del Ejército, los resultados son limitados y la población sigue desprotegida.

La crisis ha impactado gravemente al sector educativo: en Culiacán, apenas el 30% de los estudiantes de 992 escuelas, desde nivel básico hasta superior, han asistido a clases, ante el temor de los constantes ataques.
Sinaloa vive días de incertidumbre y desesperación, con un panorama incierto para la seguridad, la economía y la paz social.
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